Réplica del bronce de Agón

Este documento, estudiado por Francisco Beltrán Lloris, contiene una inscripción fechada en época del emperador Adriano (117-138 d.C.) con el título de “Lex rivi Hiberiensis” (Ley del canal del Ebro) en la que se dirime una disputa entre regantes de dos distritos agrarios del Ebro medio en los entornos de Gallur y Mallén (provincia de Zaragoza). Para solventarla, las autoridades provinciales romanas “pusieron por escrito las normas básicas por las que en lo sucesivo debía regirse la comunidad de regantes”.

Lo más extraordinario de esta inscripción es constatar una práctica de gestión colectiva del agua y el riego en forma de comunidades de usuarios que se mantiene hoy en día. El bronce incluye “indicaciones sobre las obligaciones de los usuarios del canal respecto a su limpieza y conservación… y las multas que deben pagarse en caso de incumplimiento».

Fuente: Confederación del Ebro

Fue encontrado de manera casual, en septiembre de 1992, por D. Javier Pellicer que era Presidente de la Asociación de Amigos de la Cultura de Magallón.  El hallazgo tuvo lugar en una finca del término municipal de Agón, propiedad del agricultor borjano D. Ángel Pablo.  Inmediatamente, se puso en contacto con el Centro de Estudios Borjanos y el responsable de la Sección de Arqueología D. Isidro Aguilera se percató de la importancia del hallazgo, trasladando los fragmentos encontrados al Museo de Zaragoza.

En el Museo de Zaragoza, el bronce fue restaurado, encargándose de su estudio el Prof. D. Francisco Beltrán Lloris quien dio a conocer que en la placa original de bronce, de la que formaban parte los fragmentos localizados fue grabada una norma jurídica por la que se regulaba el uso de un canal de riego, denominado Rivus hiberiensis, entre tres comunidades de esta zona. Una de ellas, el Pagi Gallorum estaba ubicada en los alrededores de Gallur, otra denominada Pagi Belsinonensis estaba en Mallén, mientras que el emplazamiento de la tercera, el Pagi Segardinensis, es desconocido por el momento.  El bronce está datado en el siglo II, durante el mandato del emperador Adriano y se ha convertido en un ejemplar único por su contenido, que describe el uso de las aguas de riego y, por otra parte,  ha servido para fijar los límites del convento caesaraugustano. A comienzos del siglo V, el bronce cayó en manos de un chatarrero de la época que lo troceó para reaprovecharlo, fundiéndolo. Afortunadamente, una parte del mismo, quedó depositado en una pequeña villa, donde mil seiscientos años después fue encontrado por Javier Pellicer.

En mayo de 2012 se instaló una réplica del mismo en la Casa Consistorial de Agón.

Fuente: Centro de Estudios Borjanos