El paso siguiente era identificar al abad, una tarea a priori sencilla pero que se vio salpicada de diversas dificultades relacionadas con la heráldica y la trayectoria de los distintos abades del cenobio. Tras un estudio heráldico y genealógico de los abades, junto con el análisis artístico de la pieza, lograron establecer una acotación cronológica que permitió obtener la certeza de que se trataba del abad Gonzalo Fernández de Heredia y Bardaji, importante religioso y diplomático aragonés del siglo XV, abad del monasterio entre 1475/76 y 1479. Nacido en Mora de Rubielos, era descendiente de Juan Fernández de Heredia, y “casi con toda seguridad no llegó a residir en el monasterio, porque fue enviado a Roma. Pero eso no impidió que quisiera hacer un regalo de calidad al monasterio, y fue el reloj”.
Finalmente quedaba por averiguar la historia material del reloj; desde su colocación en la abadía hasta su hallazgo en Pozuelo. Varios documentos del monasterio daban las claves, pues en las memorias de un abad posterior se informaba de que el reloj fue retirado de su asiento, junto a la escalera del brazo derecho de la iglesia, en el año 1551. En el mismo periodo, se construyo en la misma área de la abadía la Torre del Reloj o de San Miguel, quedando así obsoleto el reloj; cuya tabla que guardada y reaprovechada años mas tarde como soporte del lienzo de San Antonio Abad, realizado en 1563 por Cristóbal de Espinosa que luego acabaría en Pozuelo de Aragón.
La propia tabla del reloj da su explicación. En ella se dispone un gran sol central, inscrito en un anillo con dos series de doce horas en numerales romanos, con los signos del “Tetramorfos” (cuatro evangelistas) en las esquinas. En la parte superior está el escudo de Aragón y en la inferior el escudo del mencionado abad. De la máquina se ha salvado en indicador horario, pero se ha perdido todo lo demás.
El reloj estuvo en uso desde los años 10 del siglo XV hasta 1548, que fue cuando se retiró y se desmontó la escalera de piedra de acceso al dormitorio. Por suerte, en lugar de echar la tabla al fuego, se utilizó de soporte para un cuadro. La maquinaria, como era costumbre en la época, se entregaría al artesano que hizo el reloj de la torre de San Miguel.
Fuente: Turismo Pozuelo de Aragón.