Durante el siglo XVIII sufrirá algunas transformaciones, como las realizadas en 1771 para rebajar el tejado y construir las caballerizas adosadas a la fachada posterior.
Los elementos mudéjares los encontramos en las fachadas exteriores, a lo largo de las tres plantas del edificio, repitiéndose el sistema decorativo en las cuatro caras.
Orientada al sur se encuentra la fachada principal, donde se observa ese esquema de tres cuerpos. En el segundo cuerpo encontramos la disposición de fajas de esquinillas con doble hilada de ladrillos a soga está constituido por un paño con decoración de ladrillo a base de mallas de cruces de doble ángulo formando un entramado regular y geométrico. En el tercer cuerpo hay cinco arcos de medio punto doblados a modo de típica arquería aragonesa. Una banda de ladrillo en esquinilla remata la fachada, formando el tejaroz que se supone debió ser más alto antes de las obras de 1771.
En 1771 se tapa la fachada posterior por las caballerizas, en la fachada oeste, debido a su deterioro se recubre por una capa de argamasa y ladrillo. En la fachada este, se presenta en el segundo cuerpo un vano adintelado, que rompe con la decoración, construido a raíz de los desperfectos temporales.
Debido a la llegada de los elementos clasicistas en el siglo XVI vemos como se produce un retroceso en esta manifestación artística. Esto se debe a la asimilación de nueva ornamentación renaciente, dando lugar a la coexistencia de los dos estilos y al posterior declive del estilo mudéjar.
Fuente: Territorio Mudéjar.
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