Cerro del Calvario de Tabuenca

El  Cerro  del  Calvario  se  localiza  en  el  término municipal  de  Tabuenca  en  la  provincia  de  Zaragoza.  Se  trata  de  un  cerro  de  819  metros  de  altura sobre  el  nivel  del  mar  situado  a  unos  600  metros  en dirección   suroeste   del   centro   del   municipio   de Tabuenca.

El acceso al asentamiento se realiza desde el  propio  municipio  de  Tabuenca  por  la  calle  “Tiro Bola” y siguiendo por el camino asfaltado de “Tabuenca a Épila” hasta la base del cerro amesetado dónde se encuentra el asentamiento en el Polígono 39, parcela 91.

La  campaña  de  excavación  del  año  2016  ha  sido dirigida por Óscar Bonilla Santander y Begoña Serrano Arnáez, el equipo técnico ha estado formado por Ángel Santos  Horneros  como  arqueólogo  y  Miriam  Pérez Aranda como restauradora junto con nueve estudiantes. La campaña ha sido organizada por el Ayuntamiento de Tabuenca, la Asociación de Investigadores del Moncayo, el grupo URBS-IUCA de la Universidad de Zaragoza y el Grupo ISTURGI de la Universidad de Granada, contando además con la colaboración de la Asociación Cultural Villardajos.

El  yacimiento  arqueológico  es  conocido  desde  la segunda mitad del siglo XX y aparece en el Sistema de Información del Patrimonio Cultural Aragonés. Los primeros trabajos conocidos son los realizados por el  forense  Pedro  de  Pablo  Aparicio,  erudito  local que  en  las  décadas  de  los  cincuenta  y  sesenta  del siglo  XX,  en  el  cerro  con  los  jóvenes  de  la  localidad.

Se desconoce en la actualidad el paradero de los objetos  localizados  en  el  cerro  durante  las  rebuscas  de Pedro de Pablo Aparicio, pero gracias a la comunicación oral de algunos de los habitantes que participaron en los trabajos sabemos que los restos muebles recuperados fueron principalmente cerámicos, fragmentos de escorias de metal y algunas monedas. En el apartado de los restos inmuebles se localizaron hileras de muros que conformaban  habitaciones  de  planta  cuadrangular;  en  la  actualidad  se  desconoce  el  lugar exacto de las zanjas, algunos habitantes del municipio de Tabuenca nos señalaron que las excavaciones se realizaron en la zona central del cerro.

En el libro Historia de Tabuenca, escrito en 1963 por Pedro de Pablo Aparicio y que permaneció inédito hasta el año 2003, se recoge la tradición acerca de la aparición de “cuchillos, saetas y otros utensilios de hierro”. En dicho trabajo  de  1963  se  da  cuenta  de  algunos  de  los  restos recogidos en superficie por el forense e informa de la realización  de  pequeñas  catas  en  la  zona  sur  del poblado, pero no se indica en ningún momento la realización  de  una  excavación  arqueológica  en  la  zona central del mismo, por lo que la fecha de las excavaciones realizadas por este erudito local pudieron desarrollarse en una primera fase previa a la redacción del libro de 1963 en la zona sur del asentamiento y en una segunda  fase  en  la  zona  central  del  poblado,  tras  la finalización   de   la   escritura   del   libro Historia  de Tabuenca, por lo tanto, entre el año 1963 y 1966, año en el que Pedro de Pablo Aparicio se trasladó a vivir a Vitoria.

La campaña de 2016

Los  datos  que  hasta  el  momento  se  conocen  del poblado  se  deben  fundamentalmente  a  la  obra  de Pedro  de  Pablo  Aparicio,  en  la  que  con  todo  detalle describe la morfología del cerro y los restos visibles en superficie, que identifica con rodadas de carros, diferentes  habitaciones  y  una  muralla  en  la  ladera noreste  del  poblado  que  en  su  momento  conservaba hasta  cinco  hiladas  de  altura.

Junto  a  la  cerámica  señala  la  aparición  de objetos  de  hierro  fragmentados  que  identifica  con  un bocado  de  caballo,  una  posible  lanza,  una  posible espada y otros fragmentos de hierro inclasificables por su estado de conservación. El autor concluye que se puede establecer una cronología original del poblado al  menos  desde  el  siglo  II  a.C.,  sin  descartar  una mayor  antigüedad  del  asentamiento  a  falta  de  una intervención arqueológica en extensión y profundidad.

Pablo Aparicio informa de la localización de “un fragmento de campaniense A antigua en el Cerro del Calvario  de  Tabuenca”.

Según  Aguilera  este  tipo  de poblados entre los que incluye El Tremendal (Trasobares), Perocaro Bajo (Ambel), La Oruña (Vera de Moncayo) y el Cerro del Calvario (Tabuenca) “son destruidos  en  el  primer  tercio  del  siglo  II  a.C.,  es  decir  que orientaban su producción hacia la demanda indígena, en un momento en que los conflictos con los invasores romanos ya estaban tomando un cariz habitual y periódico”. Esta noticia será utilizada en síntesis posteriores acerca del mundo celtibérico o del territorio de la zona del Moncayo.

En este estado de los conocimientos ante la ausencia  de  excavaciones  sistemáticas  con  metodología moderna realizadas y publicadas pormenorizadamente en este tipo de asentamientos en el Sistema Ibérico, se seleccionó el Cerro del Calvario en Tabuenca para realizar  una  investigación  arqueológica  que  contemplase el estudio intensivo del territorio de Tabuenca, con principal atención a las minas y a los escoriales junto con la  realización  de  una  excavación  arqueológica  en  el Cerro del Calvario para tratar de definir las características principales de la explotación de los recursos minerales de este territorio durante la Antigüedad.

El  Sector  1  se  ubica  en  la  zona  sur  del  cerro,  la elección de este emplazamiento para la realización de uno de los sondeos vino determinada por la presencia en  superficie  de  posibles  estructuras  murarias,  y  el objetivo  al  plantear  este  sondeo  era  conocer  la estructuración  del  urbanismo  del  asentamiento.

El  Sector  2  se  sitúa  en  la  zona  norte  del  asentamiento donde los agentes meteorológicos han permitido  la  conservación  de  un  paquete  estratigráfico  de mayor potencia que en la zona sur y oeste del cerro. El objetivo de abrir  un  sondeo  en  esta  zona  del  cerro estaba dirigido a obtener una secuencia estratigráfica con una potencia suficiente que nos permitiese localizar  niveles  arqueológicos  inalterados.

Conclusiones